Quienes somos
El 2 de febrero de 1947en la constitución apostólica Provida Mater Ecclesia, el Papa Pío XII estableció una nueva forma de vida consagrada en la Iglesia denominada «institutos seculares». En el Motu Proprio Primo Feliciter del 12 de marzo de 1948, el Papa destacó el papel causante del Espíritu Santo en el establecimiento de este tipo de comunidades como respuesta a las necesidades de nuestros tiempos.
Definió claramente nuestro papel en el mundo moderno, expresando el deseo de que los laicos consagrados “reunidos y ordenados en los Institutos Seculares, sean la sal del mundo insulso y tenebroso, del cual no son y en el cual, por disposición divina, tienen que permanecer; sal indeficiente que, renovada por virtud de la vocación, no se desvanece; la luz que en medio de las tinieblas del mismo mundo luce y no se apaga; el escaso, pero eficaz fermento que, obrando siempre y donde quiera y mezclado en todas las clases de ciudadanos, desde las más humildes a las más altas, se esfuerza por tocarlas y penetrarlas a todas y cada una por la palabra, por el ejemplo y por todos los modos, hasta informar toda la masa de manera que toda sea fermentada en Cristo”.
Creemos que nuestra comunidad del Instituto Secular de María, la Esclava del Señor, es también fruto de la acción del Espíritu Santo. Estamos oficialmente presentes en la Iglesia como instituto secular desde 2002, cuando el cardenal José Glemp, arzobispo de Varsovia, aprobó el Instituto según el derecho diocesano.
El objetivo del Instituto es mostrar al hombre contemporáneo el valor de vivir en unidad con Dios y señalar la llamada universal a la santidad, que puede realizarse en el camino mariano.
Vivimos en condiciones ordinarias de vida secular, y al mismo tiempo, estamos completamente dedicadas a Dios para formar la realidad de este mundo de acuerdo con el plan de Dios.
Nuestra vocación especial es vivir una síntesis de secularidad y consagración. Confirmamos nuestra entrega exclusiva a Dios a través de los votos de castidad, pobreza y obediencia.
De acuerdo con lo específico de los institutos seculares, generalmente no llevamos una vida comunitaria en el sentido de una comunidad de residencia. Sin embargo, intentamos crear entre nosotros un vínculo espiritual profundo basado en la oración y el apoyo mutuos en el camino de la vocación. Nuestros retiros y días de recogimiento nos ayudan a permanecer unidas y a enriquecernos con el testimonio mutuo.

Madre de Gran Abandono, Humilde Esclava del Señor, me entrego a Ti sin reservas
– para que me guíes por el camino de mi vocación.